– No fue un poltergeist -dijo Paige-. Y sí, Clayton, tales cosas existen, pero no es así como se manifiestan. Alguien dentro de ese complejo fue el responsable. ¿Qué otros sobrenatural había allí?
– ¿En el lado contrario? -dije-. El medio-demonio que se teletransportaba, el que nos encontramos en Pittsburgh, pero él se fue hace algunos días. Además, supuestamente tenían un hechicero llamado Isaac Katzen en su personal, aunque yo nunca conocí al tipo.
– Un hechicero podría hacerlo -dijo Adam.
– Algunos de ellos -dijo Paige-. Abrir las puertas de las celdas, jugar con el sistema de intercomunicación, bloquear las salidas. Todo eso son hechizos posibles de hacer para un hechicero. ¿Pero lanzar objetos y destornillar ampolletas? De ninguna manera. Eso requiere un talento muy específico.
– Telekinesis -murmuré.
– Exactamente -dijo Paige-. Varias razas tienen grados variantes de poder telekinético, como…
– Como un medio-demonio telekinético -dije. Un trozo de hielo se estableció en mi estómago-. Pero ella dijo -¡maldita sea! -inhalé con fuerza. Había uno en el complejo. Una cautiva. Ella me dijo que no era capaz de hacer algo así. Y yo le creí. Sé que parece increíblemente tonto, pero todos le creímos. Además, ella ni siquiera estaba cerca cuando la mayoría de las cosas pasaban.
– Eso no importa -dijo Paige-. Un Volo, el nivel más alto de medio-demonio telekinético, no necesitaría estar presente para ejercer sus poderes. Yo recuerdo haber oído un caso dónde un Volo pudo encontrar una flecha en un cuarto inmediato y dispararla en un ojo de buey con fuerza suficiente para hacerlo estallar en las cerillas.
Cerré mis ojos -¿Cómo pude ser tan tonta?
– No es tu culpa -dijo Paige-. Como dijiste, todos le creímos. Cuando las personas piensan en telekinesis, se imaginan a una persona que dobla cucharas, pero en realidad los Volos podrían ser el tipo más peligroso de medio-demonio. Pueden lanzar a una persona por una ventana desde el décimo piso sin alzar un dedo.
Yo me maldije por haber caído en la rutina de la muchacha-de-la-puerta-del-lado de Leah, los despliegues de preocupación, las ofertas de ayuda, las declaraciones de amistad. Yo le había creído a Leah. Había escuchado mientras ella tejía un manojo de mentiras y engaños alrededor de una niña inocente, extendiendo los indicios de duda hasta que la propia Savannah creyó que era culpable. ¿Leah había sabido que Ruth la estaba entrenando? ¿La había matado para detenerla? Cualquiera fuera el plan de Leah, involucraba a Savannah. Y yo las había dejado juntas.
De repente, no podía respirar. Me tambaleé sobre mis pies y salí del cuarto.
* * *
Oí a Clay detrás de mí. Sin retardarme, caminé con paso largo alrededor del motel y me dirigí hacia el bosque. Él no me llamó para que me detuviera o esperara, sólo trotó a mi lado cuando caminé hacia el bosque.
– Paige tiene razón -dijo después de unos minutos-. No fue tu culpa.
– Sí, lo fue. Quise sacar a Savannah. Pero no lo hice. El momento vino y yo lo desheché. Me dije que estaba haciendo la mejor cosa, dejándola allí, pero profundamente dentro de mí lo sabía bien. Vi mi oportunidad para escapar y la tomé. Al infierno con todos los demás.
– Yo no creo eso. Si la dejaste atrás, fue porque tenías que hacerlo. La sacaremos cuando nosotros regresemos.
– Pero no suena como si estuviéramos regresando pronto.
Jeremy caminó detrás de nosotros -Volveremos en cuanto estemos listos, Elena. Estás segura, por que no me apresuraré.
– Pero Savannah…
– Nuestro objetivo principal es detener a estas personas, no rescatar a nadie.
– Pero estabas planeando ir por mí.
– Eso es diferente. Clay y yo estábamos deseosos de tomar el riesgo. Todos los demás eran libres de tomar su propia decisión. Yo no arriesgaré tu vida o la de Clayton apresurándonos para rescatar a un extraño. Ni siquiera un niño.
– ¿Y qué si yo decido tomar ese riesgo?
– No eres libre de tomar esa decisión, Elena. Así como eres parte de la Manada, puedo tomarla por ti, y estoy prohibiéndote que vuelvas.
– Eso no es…
– No es justo -terminó Jeremy-. Sí, hemos discutido esto antes. Pero es la ley de la Manada. Y no amenaces con dejar la Manada porque haré cumplir que no regreses a ese complejo sola, no importando qué derechos a la autodeterminación demandes. Yo tomo la responsabilidad por esta decisión. Haremos todos los esfuerzos para salvar a esta niña cuando volvamos. Si algo le pasa antes de que nosotros lleguemos allí, cúlpame a mí, no a ti.
Empecé a discutir, pero Jeremy ya estaba lejos.
* * *
Yo no seguí a Jeremy para continuar con el asunto. Después de diez años de vivir bajo su techo y sus reglas, yo sabía lo que funcionaba y lo que no. Perseguirlo no servía. Una vez Jeremy tomaba una determinación, la única manera de cambiarla era superar los obstáculos con lógica y persuasión. Saca los arietes y él simplemente duplicaba sus fortificaciones. Lo admitiré, la paciencia no es ninguna de mis virtudes, pero me resolví a algún tiempo al asunto. Unas horas por lo menos. Quizá toda la noche.
* * *
– ¿Así que el sistema de seguridad requiere una revisión de huella digital y un examen retinal? -preguntó Jeremy.
Él se sentó frente a la diminuta mesa en nuestro cuarto. Clay y yo estábamos tirados en la cama, Clay dormitando, yo intentando no unirme a él.
– Uh, si -dije.
Él apuntó algo en sus papeles-.¿El dedo índice?
– Huh? Oh, no. Lo siento. Es una huella de la mano, no una huella digital. Agarras la manija y examina la huella de tu mano.
– No necesitamos hacer esto esta noche. Tendremos tiempo suficiente después.
No si yo tenía algo que decir l respecto-.Quiero hacerlo ahora, mientras está fresco en mi mente.
– ¿Hemos comido? -La voz sorda de Clay flotó desde las almohadas.
– ¿Qué?
Él rodó sobre su espalda -Estoy contando las comidas. Desayunábamos en Maine, luego otro desayuno aquí. ¿O ese fue desayuno-almuerzo? En ese caso, ¿el picnic fue almuerzo o cena?
– Yo lo cuento como el almuerzo -dije.
– Bien. Entonces vamos a buscar la cena.
* * *
Jeremy insistió en ser cortés e invitar a los demás a unírsenos. Mientras Clay golpeaba en el cuarto de Kenneth y Adam, la puerta vecina se abrió y Adam salió, girándose para decir unas palabras a alguien dentro. Cuando Kenneth abrió su puerta, Clay entró. Yo esperé afuera a Adam.
– Vamos a cenar -dije-. ¿Ya comiste?
– Nop. Yo iba a preguntarles la misma cosa. Déjame ir por las llaves del automóvil.
– ¿Esa es Paige? -dije, mientras señalaba al cuarto contiguo.
– Sí. Ella está bastante disgustada.
– ¿Debería preguntarle si quiere unirse a nosotros?
Él se encogió de hombros -Puedes preguntar, pero no creo que ella esté de humor para eso. Si no quiere, dile que le traeré algo.
Yo prefería que Adam le preguntara él mismo a Paige, pero desapareció en su cuarto, dejándome a mí para que le preguntara. Yo era probablemente la última persona que Paige quería ver. Su tía estaba muerta y yo no había tenido ni siquiera la decencia de decírselo directamente. Tomé aire, caminé a su puerta, y golpeé ligeramente, medio esperando que ella no pudiera oírme. Después de una pausa de un segundo, me di vuelta para irme. Entonces oí el sonido metálico de la cerradura de cadena y la puerta se abrió.
– Eh, allí -dijo Paige, mientras se las arreglaba para componer una medio-sonrisa lívida-. ¿Ya estás de pie? ¿Cómo te sientes? Yo tengo un poco de té tranquilizante si estás teniendo problemas.
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