Elton Varfi - El Fantasma De Margaret Houg
Здесь есть возможность читать онлайн «Elton Varfi - El Fantasma De Margaret Houg» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Полицейский детектив, foreign_contemporary, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Fantasma De Margaret Houg
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Fantasma De Margaret Houg: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Fantasma De Margaret Houg»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Fantasma De Margaret Houg — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Fantasma De Margaret Houg», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—Entonces lo organizamos para mañana —insistió—, tú elijes el restaurante, por mí no...
—Tampoco puedo mañana —le interrumpió ella—, ya tengo algo previsto, pero te prometo que en cuanto pueda te llamaré para que pasemos una velada juntos.
—De acuerdo, no pasa nada. Quería poder disfrutar de tu compañía. Eso es todo. Esperaré tu llamada —dijo Ernest, intentando parecer tranquilo, aunque en realidad se sentía como un gusano pisoteado.
—Bueno... —dijo Luisa—, no quería desilusionarte, pero...
—No es ninguna desilusión, te lo aseguro —la interrumpió Ernest—. Ahora es mejor que me vaya. Tienes que trabajar. Hasta pronto.
Ernest estaba seguro de que Luisa no tenía ningún compromiso como decía, pero no podía comprender la razón por la que no quería salir con él. Sin pensárselo dos veces se paró delante de un bar, entró y se ventiló unas cuantas cervezas.
II
Habían pasado tres días durante los cuales no había tenido noticias de Roni. Ernest estaba confuso; no se acordaba de cuántos litros de cerveza había bebido, pero seguro que eran muchos, porque se sentía fatal. Estaba sentado, sus ojos miraban al vacío y no tenía ganas de hacer nada, no quería ni siquiera moverse y, de hecho, permaneció inmóvil cuando se abrió la puerta y entró Roni.
—¡Pero qué es esto! ¡No había visto nunca tantas botellas de cerveza vacías en una sola habitación! —exclamó Roni, impresionado por la escena que tenía ante sus ojos.
—¡Finalmente aparece mi amigo Roni! ¿Dónde demonios has estado durante todo este tiempo? —preguntó Ernest, mientras intentaba poner un poco de orden en el caos en el que se encontraba.
—Tenía cosas que hacer, pero veo que tú tampoco has perdido el tiempo y has estado buscando un sentido a tu vida.
—Por favor, Roni, estoy suficientemente avergonzado como para tener que oír tus estúpidos comentarios. En estos tres días he estado solo como un perro y he pensado...
—Has pensado que tenías que beber hasta perder el sentido —le interrumpió Roni, y, sin dejarle tiempo para responder, continuó—: En cualquier caso no estoy aquí para juzgarte, sino para decirte que tenemos que ir a ver a Houg en menos de dos horas. Ahora levántate y, lo primero de todo, aféitate y date una ducha. ¿Vale?
Ernest obedeció sin decir nada.
Mientras estaba en la ducha oía los reproches de Roni.
—Y mira que te había dicho que mejoraras tu aspecto. Cuando te he visto me has parecido un zombi, y me has dado una impresión horrible. Menos mal que yo te conozco, porque, si te hubiera visto un desconocido, habría pensado que acababas de escaparte de un manicomio.
Ernest se vestía lentamente y en silencio, sin dar ninguna importancia a lo que decía Roni, porque no tenía ganas de discutir con él. Cuando acabó de vestirse le dijo simplemente que estaba listo. Roni parecía más tranquilo; se comportaba así porque se preocupaba por su amigo y no le gustaba verlo en ese estado.
Salieron los dos en silencio y solo cuando entraron en el coche Roni dijo:
—Houg vive fuera de la ciudad, en la mansión de su familia en las colinas. Te lo ruego, Ernest, escúchale bien y luego decidirás si aceptas o no.
—No te preocupes, no te haré quedar mal. Escucharé atentamente a tu amigo Houg y luego veremos qué pasa.
Había algo de ironía en las palabras de Ernest y Roni comprendió que era mejor no decir nada más, al menos hasta llegar a casa de Houg.
Ernest había intentado imaginar cómo podría ser la casa de un millonario, pero en cuanto vio la mansión se quedó maravillado. Esa casa parecía un castillo, rodeado por un prado perfectamente cuidado. Ernest se dio cuenta de que Roni no estaba sorprendido, por lo que dedujo que había estado allí varias veces. Atravesaron la verja, que estaba abierta, y continuaron hasta la casa. Desde la entrada hasta la casa había una distancia de unos quinientos metros, y los dos amigos caminaron por un camino estrecho que era lo único asfaltado en medio de todo ese verdor. Cuando llegaron a la puerta Roni llamó al timbre y alguien abrió. Apareció una mujer que, a juzgar por cómo estaba vestida, debía ser la sirvienta.
En cuanto vio a Roni, la mujer exclamó:
—Buenos días, señor Ewin, entren por favor, voy a avisar inmediatamente al señor Houg.
—Veo que se te conoce aquí —dijo Ernest a su amigo en cuanto entraron.
—Sí, últimamente he venido a menudo —respondió Roni.
Entraron, y Ernest seguía impresionándose más y más por la belleza de aquella casa. Su atención se centró en un enorme cuadro colgado en una de las paredes que representaba a una mujer bellísima con pelo negro y largo; llevaba un vestido blanco y tenía una rosa roja en las manos, pero lo que más le sorprendía era su mirada, tan intensa y penetrante que no podía dejar de mirar la obra.
—Es el retrato de mi difunta esposa —dijo una voz a su espalda.
Ernest se giró y vio a un hombre alto, con pelo y barba blancos, vestido con mucha elegancia.
—Permítame que me presente: James Houg. Usted debe ser el señor Devon, si no me equivoco.
—Por favor, llámeme Ernest —respondió el investigador.
—Muy bien. Entonces, Ernest, es un placer conocerlo —dijo Houg, y le dio la mano.
Para Ernest era una situación embarazosa y solo consiguió balbucear algo así como «placer mío». Houg se giró hacia Roni y le dijo:
—Aquí está mi querido y buen amigo Roni. Veo que está en forma.
—Sí, afortunadamente estoy bastante bien, gracias. Como puede ver, he mantenido mi promesa y he traído a Ernest. Estoy seguro de que será de enorme ayuda para usted.
—Yo también lo espero, sinceramente —dijo Houg—. ¿Les puedo ofrecer algo de beber?
—Para mí nada, gracias —respondió Ernest, que todavía estaba de pie apreciando esa casa tan extraordinaria.
Houg cogió una botella y llenó dos vasos, uno para Roni y otro para él. Solo después se dio cuenta de que Ernest todavía estaba de pie, y lo invitó a sentarse.
—Por favor, siéntese. Necesito hablar con usted.
—Para eso he venido —dijo Ernest, que sentía mucha curiosidad por saber de qué se trataba.
—Bueno... es una situación un poco extraña, la verdad, pero, más que nada, es peligrosa para mi hijo —comenzó Houg, y, después de beber un sorbo del vaso que tenía en las manos, continuó—: Hace casi un mes, exactamente la noche del trece de octubre pasado, mi hijo fue ingresado de urgencia en el hospital, en un estado catatónico. No dijo ni una palabra durante varias semanas. Hasta hace algunos días. La primera persona con la que habló después de lo sucedido fui yo, y cuando supe el motivo por el que mi hijo había quedado en ese estado me quedé estupefacto. En fin... parece ser que hay un fantasma.
—¡¿Un fantasma?! —exclamó Ernest, que no podía creer lo que oía.
—Veo que nuestro amigo no le ha dicho nada al respecto —infirió Houg, dirigiéndose a Ernest, que seguía estando incrédulo por lo que acababa de oír.
—No, efectivamente Roni no me ha dicho absolutamente nada —replicó Ernest, confirmado la suposición de Houg.
—Si no he dicho nada es para evitar que empiecen a circular rumores otra vez, visto lo que sucedió hace un año —dijo Roni, mirando a Houg a los ojos.
—Sí, pero no veo el motivo por el que Ernest, que es tu mejor amigo y, además, el hombre que puede ayudarnos, no deba saberlo —rebatió Houg con un tono de reproche.
—Para ser sinceros, no veo cómo podría ayudarle —intervino Ernest, que no conseguía entender qué pintaba en esa historia.
Houg permaneció por un rato en silencio; después, dirigiéndose a Ernest, dijo:
—Usted me puede ayudar porque soy una persona muy racional y no creo en fantasmas, así que, o la imaginación le ha gastado una broma pesada a mi hijo, y le ha hecho creer que ha visto el fantasma de su madre, o hay algo que desconocemos. En todo caso, pienso que hay una explicación lógica para todo esto, y me gustaría que usted descubriese cuál es.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Fantasma De Margaret Houg»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Fantasma De Margaret Houg» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Fantasma De Margaret Houg» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.