Arturo Pérez–Reverte - La reina del Sur

Здесь есть возможность читать онлайн «Arturo Pérez–Reverte - La reina del Sur» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 2002, ISBN: 2002, Издательство: Santillana USA Publishing Company, Жанр: Криминальный детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La reina del Sur: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La reina del Sur»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La más esperada novela de Arturo Pérez-Reverte podría no haber llegado nunca a las librerías. La apasionante historia con la que ratifica sus innegables dotes literarias y un magistral dominio de las técnicas narrativas quizá pudiera haberse resumido en tres minutos de música y palabras. Entonces se habría convertido en uno de los muchos corridos que cantan las "gestas" de los narcotraficantes mexicanos. Pero el escritor español más aclamado dentro y fuera de las fronteras españolas decidió alumbrar una obra inolvidable y original: un corrido de papel impreso y quinientas páginas donde relata las aventuras de una mujer legendaria: Teresa Mendoza, apodada la Reina del Sur por los periodistas y la Mejicana por los cuerpos de seguridad de tres continentes.
Al ritmo de esta peculiar canción, los lectores se van a embarcar en un viaje de ida y vuelta que dura doce años y que comienza en Culiacán, ciudad del estado mexicano de Sinaloa donde morir con violencia es morir de muerte natural, cuando la hasta entonces insignificante novia de un piloto a sueldo del cártel de Juárez se entera de que han asesinado a su hombre. Antes de saldar viejas cuentas, esta mujer va a emprender una arriesgada y fulgurante ascensión: levantará un imperio clandestino que convertirá el Estrecho de Gibraltar en la gran puerta de entrada de cocaína para el sur de Europa.
Para seguir los pasos de Teresa Mendoza y, sobre todo, para averiguar los misterios que la rodean, Arturo Pérez-Reverte ha trazado dos sendas narrativas que se alternan y convergen.
En una de ellas, se relata cronológicamente la peligrosa y fascinante vida de la protagonista; para conseguirlo, Arturo Pérez-Reverte ha superado dos retos: adoptar el punto de vista narrativo de una mujer y dotarla de una voz única, ya que Teresa Mendoza al principio apenas sabe leer y además se expresa en argot sinaloense.
En la otra, un escritor cuyo nombre nunca sabremos –aunque revele: "Ya no soy reportero. Ahora me lo invento todo y no bajo de las cuatrocientas páginas" – sigue a lo largo de ocho meses las huellas dejadas en doce años por Teresa Mendoza en México, el Norte de África y el Sur de España. Ese narrador, tras hablar con quienes la conocieron, odiaron y quisieron, es quien asegura que ha escrito un corrido.
Esta estructura narrativa, dividida en 17 capítulos encabezados por un título de canción, en modo alguno es gratuita. Al contrario, permite que el lector quede atrapado por el innegable interés que tienen las aventuras del personaje retratado –Teresa Mendoza es una heroína tan poco convencional como atractiva– y por las eficaces pesquisas que efectúa el narrador para retratarlo.
Gracias a esta doble perspectiva y a una ingente y precisa labor de documentación, Arturo Pérez-Reverte nos sumerge en un mundo que gira según reglas propias e impenetrables, donde hay traidores y corruptos a los dos márgenes de la justicia y donde la única ley que no se viola es la de la oferta y la demanda: el mundo de los narcotraficantes. Y, eso sí, sin caer en la tentación de caer en meras descripciones, sino poniendo al servicio de la trama, de una acción en muchos casos trepidante, sus conocimientos sobre los mercaderes de droga.

La reina del Sur — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La reina del Sur», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Podrían protegerme un poquito más acá, piensa. Porque me quedan veinte metros, y son los más largos de mi vida. Segura de que no llegará a franquearlos nunca, se yergue entre la lluvia y se despide uno por uno de los viejos fantasmas que la han acompañado durante tanto tiempo. Ahí nos vemos, güeyes. Requetepinche Sinaloa, se dice a modo de remate. Otra ráfaga a la derecha y otra a la izquierda. Después aprieta los dientes y echa a correr, tropezando en el barro. Cansada que se cae, o casi, pero esta vez nadie dispara. Así que se detiene de pronto, sorprendida, gira sobre sí misma y ve el jardín oscuro y al fondo la casa en sombras. La lluvia acribilla el barro ante sus pies cuando camina despacio en dirección a la verja, el cuerno de chivo en una mano, hacia la gente que mira desde allí, guachos de ponchos relucientes por la lluvia, federales de paisano y uniforme, coches con destellos de luces, cámaras de televisión, gente tumbada en las aceras, bajo la lluvia. Flashes.

–«Tire el arma, señora.».

Mira los focos que la ciegan, aturdida, sin comprender lo que le dicen. Al fin levanta un poco el Aká, mirándolo como si hubiera olvidado que lo llevaba en la mano. Pesa mucho. Un chingo. Así que lo deja caer al suelo y echa a andar de nuevo. Híjole, se dice mientras cruza la verja. Estoy cansada a reventar. Confío en que algún hijo de su pinche madre tenga un cigarrillo.

18. Epílogo

Teresa Mendoza compareció a las diez de la mañana en la Procuraduría General de justicia del Estado, con la calle Rosales cortada al tráfico por camionetas militares y soldados con equipo de combate. El convoy llegó a toda velocidad entre ruido de sirenas, las luces destellando bajo la lluvia. Había hombres armados en las terrazas de los edificios, uniformes grises de federales y verdes de soldados, barreras en las esquinas de las calles Morelos y Rubí, y el centro histórico parecía el de una ciudad en estado de sitio. Desde el portal de la Escuela Libre de Derecho, donde estaba acotado un espacio para periodistas, la vimos. bajar de la Suburban blindada con cristales oscuros y adentrarse bajo el arco forjado de la Procuraduría, en dirección al patio neocolonial de faroles de hierro y columnas de cantera. Yo estaba con Julio Bernal y Élmer Mendoza, y apenas pudimos observarla un momento iluminada por los flashes de los fotógrafos que disparaban sus cámaras, en el corto trayecto de la Suburban al portal, rodeada de agentes y soldados, bajo el paraguas con que la protegían de la lluvia. Seria, elegante, vestida de negro, gabardina oscura, bolso de piel negra y la mano izquierda vendada. El pelo peinado hacia atrás con raya en medio, recogido en un moño bajo la nuca, con dos aretes de plata.

Ahí va una morra con güevos –apuntó Élmer. Pasó dentro una hora y cincuenta minutos, ante la comisión integrada por el procurador de justicia de Sinaloa, el comandante de la Novena Zona, un subprocurador general de la República venido del Distrito Federal, un diputado local, un diputado federal, un senador y un notario en funciones de secretario. Y tal vez, mientras tomaba asiento y respondía a las preguntas que le formularon, pudo ver sobre la mesa los titulares de los diarios de Culiacán de aquella mañana: Batalla en la Chapultepec. Cuatro federales muertos y tres heridos defendiendo a la testigo. También falleció un pistolero. Y otro más sensacionalista en materia de nota roja: Narca se les peló entre las patas. Más tarde me dijeron que los miembros de la comisión, impresionados, la trataron desde el principio con extrema deferencia, que incluso el general comandante de la Novena Zona ofreció disculpas por los fallos de seguridad, y que Teresa Mendoza escuchó limitándose a inclinar un poco la cabeza. Y cuando al terminar su declaración todos se levantaron y ella lo hizo a su vez, dijo gracias caballeros y se dirigió a la puerta, la carrera política de don Epifanio Vargas estaba destrozada para siempre.

La vimos aparecer de regreso en la calle. Cruzó el arco y salió al exterior protegida por guardaespaldas y militares, con los flashes fotográficos destellando contra la fachada blanca, mientras la Suburban ponía el motor en marcha y rodaba despacio a su encuentro. Entonces observé que ella se detenía, mirando alrededor como si buscara algo entre la gente. Tal vez un rostro, o un recuerdo. Después hizo algo extraño: introdujo una mano en el bolso, rebuscó dentro y extrajo algo, un papelito o una foto, para contemplarlo unos instantes. Estábamos demasiado lejos, así que avancé empujando a los periodistas, con intención de echar un vistazo más de cerca, hasta que un soldado me impidió el paso. Podía ser, pensé, la vieja media foto que había visto en sus manos durante mi visita a la casa de la colonia Chapultepec. Pero desde aquella distancia resultaba imposible averiguarlo.

Entonces lo rompió. Fuera lo que fuese, papel o foto, observé cómo lo rasgaba en trocitos minúsculos antes de aventarlo todo por el suelo mojado. Después la Suburban se interpuso entre ella y nosotros, y ésa fue la última vez que la vi.

Aquella tarde julio y Élmer me llevaron a La Ballena –la cantina favorita del Güero Dávila–, y pedimos tres medias Pacífico mientras escuchábamos a los Tigres del Norte cantar Carne quemada en la rockola. Bebíamos los tres en silencio, mirando otros rostros silenciosos alrededor. Algún tiempo después supe que Epifanio Vargas perdió aquellos días su condición de diputado, y que pasó un tiempo recluido en la prisión de Alinoloya mientras se resolvía la extradición solicitada por el Gobierno de Estados Unidos; una extradición que, tras largo y escandaloso proceso, la Procuraduría General de la República terminó denegando. En cuanto a los otros personajes de esta historia, cada cual anduvo su camino. El alcalde Tomás Pestaña sigue al frente de los destinos de Marbella. También el ex comisario Nino Juárez permanece como jefe de seguridad de la cadena de tiendas de moda, convertida en una potente multinacional. El abogado Eddie Álvarez se dedica ahora a la política en Gibraltar, donde un cuñado suyo es ministro de Economía y Trabajo. Y a Oleg Yasikov pude entrevistarlo algún tiempo más tarde, cuando el ruso cumplía una breve estancia en la cárcel de Alcalá-Meco por un confuso asunto de inmigrandes ucranianas y tráfico de armas. Resultó ser un tipo sorprendentemente amable, habló de su antigua amiga con pocas inhibiciones y mucho afecto, y llegó a contarme algunas cosas de interés que pude incorporar a última hora a esta historia.

De Teresa Mendoza nunca más se supo. Hay quien asegura que cambió de identidad y de rostro, y que vive en los Estados Unidos. Florida, dicen. O California. Otros afirman que regresó a Europa, con su hija, o hijo, si es que llegó a tenerlo. Se habla de París, Mallorca, Toscana; pero en realidad nadie sabe nada. En cuanto a mí, ese último día ante mi botella de cerveza en La Ballena, Culiacán, escuchando canciones de la rockola entre parroquianos bigotudos y silenciosos, lamenté carecer de talento para resumirlo todo en tres minutos de música y palabras. El mío iba a ser, qué remedio, un corrido de papel impreso y más de quinientas páginas. Cada uno hace lo que puede. Pero tenía la certeza de que en cualquier sitio, cerca de allí, alguien estaría componiendo ya la canción que pronto iba a rodar por Sinaloa y todo México, cantada por los Tigres, o los Tucanes, o algún otro grupo de leyenda. Una canción que esos individuos de aspecto rudo, con grandes bigotazos, camisas a cuadros, gorras de béisbol y tejanas de palma que nos rodeaban a julio, a Élmer y a mí en la misma cantina –quizás en la misma mesa– donde estuvo sentado el Güero Dávila, escucharían graves cuando sonara en la rockola, cada uno con su media Pacífico en la mano, asintiendo en silencio. La historia de la Reina del Sur.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La reina del Sur»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La reina del Sur» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arturo Pérez-Reverte - El Sol De Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - La Carta Esférica
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Purity of Blood
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - The Sun Over Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Der Club Dumas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El maestro de esgrima
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El pintor de batallas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Corsarios De Levante
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El Capitán Alatriste
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Отзывы о книге «La reina del Sur»

Обсуждение, отзывы о книге «La reina del Sur» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x