No era justo. Era pedirle demasiado a un hombre.
Poco después me serené y durante unos minutos no pude pensar en nada. La madre Tierra seguía serena, hermosa e inmutable en el cielo; me pregunté si seguirían las fiestas de la noche de elecciones. Pude ver Marte, Venus y Júpiter, colgados como premios en el Zodíaco. Desde luego, Ganimedes no era visible ni tampoco la lejana colonia de Plutón.
“Mundos de Esperanza”, les había llamado Bonforte.
Pero ahora estaba muerto. Había partido de nuestro lado. Le habían robado la vida en plena madurez. Estaba muerto.
Y ahora querían que yo le hiciese resucitar, que volviera a vivir.
¿Era capaz de hacerlo? ¿Me sería posible elevarme hasta sus nobles ideas? ¿Qué es lo que él quisiera que hiciese? Si estuviese en mi lugar, ¿qué habría hecho Bonforte? Muchas veces durante la campaña me había hecho la misma pregunta. ¿Qué habría hecho Bonforte?
Alguien se movió a mis espaldas; me volví y vi a Penny. La miré y pregunté:
—¿Le han enviado ellos? ¿Ha venido aquí para convencerme?
—No.
No dijo nada más y no pareció esperar que yo contestase. Ninguno de los dos nos miramos. El silencio se hizo interminable. Por fin pregunté:
—Penny, si trato de hacerlo… ¿me ayudarás?
Ella se volvió de repente hacia mí.
—Sí. ¡Oh, sí! ¡Yo te ayudaré!
—Entonces lo probaremos —dije humildemente.
Escribí las páginas anteriores hace más de veinticinco años para tratar de aliviar mi propia confusión. Traté de decir la verdad sin esconder nada porque estas líneas no están destinadas a que las lea nadie excepto yo y mi médico. el doctor Capek. Es extraño, después de un cuarto de siglo, el volver a leer las absurdas y emocionadas palabras de aquel joven. Le recuerdo muy bien, aunque me cuesta convencerme de que yo era él. Mi esposa Penelope dice que ella le recuerda mejor que yo… y que nunca amó a nadie más. Así el tiempo nos cambia a todos.
Ahora puedo recordar los primeros tiempos de la vida de Bonforte mucho mejor de lo que recuerdo de mi vida actual en la persona de aquel patético Lorenzo Smythe, o… como él gustaba de llamarse… “El Gran Lorenzo”. ¿Es que estoy loco por ello? ¿Esquizofrénico, quizá? Si es así, es una locura necesaria para el papel que he tenido que representar a fin de que Bonforte volviera a vivir y para ello aquel mediocre actor tenía que ser suprimido completamente.
Loco o no, tengo conciencia de que una vez existió y de que yo era él. Nunca tuve mucho éxito como actor, realmente… aunque creo que a veces poseía la verdadera locura del artista. Hizo su reverencia final perfectamente en carácter; tengo un amarillento recorte de periódico en alguna parte en el que dice que fue encontrado muerto en una habitación de un hotel barato de Jersey City a causa de una dosis excesiva de píldoras somníferas… posiblemente ingeridas en un acceso de abatimiento, porque su agente teatral hizo unas declaraciones en las que manifestó que no había trabajado en ningún teatro durante los últimos meses. Personalmente, creo que no debían haber mencionado el detalle de que estaba sin trabajo; si bien era cierto, por lo menos era poco caritativo. La fecha del periódico prueba, incidentalmente, que no pudo hallarse en New Batavia o en ninguna otra parte, durante las elecciones del 15.
Creo que debería quemar este trozo de papel.
Pero no hay ningún ser vivo en la actualidad que conozca la verdad excepto Dak y Penelope… sin contar los hombres que asesinaron el cuerpo de Bonforte.
He estado dentro y fuera del poder por tres veces y quizá ésta sea la última. Me derrotaron la primera vez cuando por fin hicimos entrar a los no-humanos… venusianos, marcianos y a los de Júpiter… en la Asamblea Interplanetaria. Pero esos pueblos siguen en la Asamblea y yo he vuelto a gobernar. El pueblo admite cierta cantidad de reformas y luego quiere descansar. Pero las reformas perduran. El pueblo no desea el cambio en realidad, ningún cambio… y la xenofobia está profundamente oculta en sus almas. Pero progresamos, cumpliendo con nuestro deber… si es que queremos alcanzar las estrellas.
Una y otra vez me he preguntado: ¿qué habría hecho Bonforte en mi lugar? No estoy del todo seguro de que mis contestaciones hayan sido siempre acertadas (aunque sí de que soy la persona que mejor conoce su obra en todo el Sistema). Pero he tratado de mantener su espíritu durante toda la representación. Hace mucho tiempo alguien dijo… ¿Voltaire…?: “Si Satán tuviera que reemplazar a Dios encontraría necesario el asumir los atributos de la divinidad”.
Nunca he lamentado mi perdida profesión. En cierto modo no la he perdido del todo; Willem tenía razón. Existen otras alabanzas que los simples aplausos y siempre tenemos el dulce calor de un trabajo bien hecho. He tratado, supongo, de crear la perfecta obra de arte. Quizá no he conseguido el éxito por entero… pero creo que mi padre lo calificaría de “una buena actuación”.
No, no lamento nada, aunque entonces era más feliz… por lo menos dormía mejor. Pero hay una solemne satisfacción en hacer lo mejor que sabemos por el bien de ocho mil millones de personas.
Quizá sus vidas no tienen importancia cósmica, pero tienen sentimientos. Sus penas son las mías.