Czesich se dio cuenta de que la gente se daba vuelta para mirarlo y bajó la voz Julie tenía la vista fija en el suelo.
"La noche que volví a casa después de visitar a Michael caminé hasta Georgetown para cenar, luego fui y me paré en el medio del puente Key y me quedé mirando los aeroplanos que llegaban y salían del aeropuerto Nacional. Por algún motivo, a partir de esa hora, mi vida me ha parecido perfectamente inútil. Mi abuelo solía llevarme a ver el aterrizaje de los aeroplanos en Logan; sentí que habían pasado cuarenta y cinco años y no había hecho nada más que cometer errores. Me casé y fracasé Crié un hijo y lo eché a perder. Tengo este trabajo con el que vuelo alrededor del mundo difundiendo propaganda americana…
– Y realizando buenas acciones -interrumpió Julie-. Ahora USCA se dedica a la ayuda.
– La muy ocasional buena acción… para gente que no volveré a ver. Pero en su mayor parte se trata de aeropuertos, habitaciones de hotel, un abultado cheque regularmente, pero todo está allá afuera. -Tendió las manos hacia afuera y arriba, luego las bajó y se golpeó el pecho.- Y aquí adentro no hay nada, está hueco, Jamás he tomado partido en algo. ¡Nada! Ni una sola cosa, Julie. Tuve que luchar tanto cuando chico que pase el resto de mi vida evitando hacerlo… incluso en Vietnam. Ni siquiera tuve que tomar una decisión entonces.
– Te lesionaste en un partido de hockey, Chesi.
– Me estropeé la rodilla, pero aún para mis adentros seguía sin decidir. En casa oía a mi padre declamando y despotricando contra los hippies y pensaba "Quizás estén equivocados" No hice más que deslizarme entre todo
– Tomaste una decisión sobre mí-lo dijo sin un átomo de autocompasion. y Czesich sintió que lo había abierto en dos y había sacado sus órganos enfermos a la luz de la calle.
– Sin embargo, no es así -le dijo, tomándole el brazo por un segundo-. Nunca lo comprendiste. Marie fue sólo el camino del menor esfuerzo para mí. Es lo que intento decirte, es lo que vi en el puente, que he sido ese perfecto cobarde moral… Se detuvo un momento, con el deseo de que Julie lo interpretara como lo veía él ahora, que bajara la guardia como él estaba bajando la suya, pero ella siguió callada.
– Pero por fin lo vi. Lo vi esa noche. Y a los dos días, como un milagro. Filson me llama a la oficina de la esquina y me dice que está pensando en mandarme para el asunto de la distribución de alimentos. A la Unión Soviética, el único lugar en que alguna vez hice algo que valía la pena… una oportunidad de verte de nuevo, una oportunidad de hacer por fin un poquito de bien a gente que toda su vida ha sido maltratada, el pueblo de mis abuelos. Una tentativa de probarme a mí mismo que toda la carrera no ha sido un desperdicio total. Una oportunidad de ver si nosotros…
– Lo estás poniendo todo demasiado blanco y negro -dijo Julie-. En la USCA había cosas que valorabas. Recuerdo una conversación en San Salvador acerca de lograr que la gente comprendiera las contradicciones de Estados Unidos.
– Cristo.
– Sólo estás a la busca de un poco de heroísmo en tu madurez. Chesi. Eso no es para la madurez, es para los de dieciocho o veintidós. Quieres el ímpetu de los años sesenta de nuevo, quieres cambiar la manera en que el mundo entero funciona. Eso no va a pasar. Ni los sesenta cambiaron nada en realidad, pero durante un tiempo nos sentimos gloriosos.
– Quiero cambiar la manera en que yo funciono -dijo Czesich, pero ella estaba callada, sin mirarlo, sacudiendo la cabeza tercamente-. ¿.De modo que esas son las opciones, Julie? ¿Inmadurez o mierda. ¿Viva Fidel o mirar al otro lado mientras los Boinas Negras aplastan cráneos en el Báltico y las criaturas mueren bajo los tanques en Beijing?
– Nosotros no miramos al otro lado.
– Lo sé. Les dimos el status de Nación Más Favorecida
Habían llegado al Ladoga de nuevo y Julie se dirigía a la parada de taxis. Czesich la tomó del brazo y la llevó en la otra dirección, calle abajo.
– No lo vi, eso fue lo peor. Durante veintitrés años estuve insensible, ciego, un peda/o de madera que caminaba.
– Quizá Michael te lo mostró.
Czesich siguió algunos pasos en silencio, sin darse cuenta hasta que Julie se quejó de que estaba apretándole el brazo cada vez más fuerte. "Está bien papá'", casi dijo en voz alta. "¿y qué eres tú?”
– El programa sólo está suspendido -le dijo Julie-. no cancelado. Quizá todavía puedas tener tu oportunidad de ser un héroe Les estamos diciendo a los sovieticos que se ha demorado por motivos logísticos. que puede recomenzar cualquier día. Y podría. Ya sabes como funciona la burocracia
Sabía exactamente como funcionaba. Despacio como la geología. Cada idea original, con agallas se filtraba hacia arriba a través de capas y capas de empleados glorificados, cada uno mas ansioso que el próximo de no cometer un error. Ya no tenía tiempo para eso.
– Quizá vaya a Vostok por mi cuenta -dijo, medio en serio-. Sólo para reconocer el terreno.
– No seas absurdo. Allí todavía no han oído hablar de la glasnost. La KGB local te comería vivo.
Los taxis pasaban raudos muy cerca de ellos, con las luces del techo saltando hacia el centro de la ciudad. Un camión tanque retumbó detrás de ellos, y expulsó un chorro de agua en el borde de la acera. Cuando se acercó, Czcsich condujo a Julie a la seguridad de una entrada sólo les llegaron unas gotas livianas. La calle y la acera quedaron empapadas, pero no más limpias.
– Pasa la noche conmigo. Julie.
Ella sacudió la cabeza.
– No pretendía simpatía con todo eso. simplemente me salió.
– No pensé que la buscaras. Es simplemente que no puedo hacer nada por tu pasado.
– Claro que puedes -dijo él pero ella se deslizó desde la entrada y empezó a caminar de nuevo.
La alcanzó y acomodó su paso al de ella, sin tomarla del brazo.
– No puedo ocuparme de esto ahora -dijo ella, cuando hubieron caminado una cuadra, y su voz le recordó a Czesich el brazo duro del apretón de manos del viernes. Ella vaciló, se calló, luego empezó de nuevo-. Pero si quisieras quedarte en Moscú, hay una vacante en la embajada. Teníamos a alguien destinado al puesto, pero las acreditaciones Mesaban tanto tiempo que ella se echó atrás. -Julie se calló de nuevo.- No puedo ir más lejos con estos zapatos. ¿No podrías tratar de conseguir un taxi?
Czesich descendió a la calzada y levantó un brazo a una sucesión de taxis vacíos que iban a toda velocidad, pero toda su atención era para Julie.
– Analista político consultor -prosiguió ella, parada en el borde mismo de la acera-. si puedes creer en ese título. Está un grado por debajo del tuyo, pero ofrecen un apartamento y un viático. Parece hecho para ti. Chesi. recorrida de calles, viajes, mucha lectura y ver los noticiarios y encuentros con diversos grupos para tratar de darnos una idea de sobre qué tendríamos que estar pensando, a largo plazo.
Deja que te diga en qué estoy pensando, a largo plazo, casi le contestó, pero estaba tratando de interpretar su ofrecimiento. Olvídate del salario, ya no importaba el dinero, tenía más de lo que podía gastar, décadas de sueldos magros y viáticos ganando interés en un banco. ¿Qué significaba realmente el ofrecimiento'.' ¿Qué quería tenerlo cerca? ¿Cerca en qué forma? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Hasta que la destinaran a otro lugar? La miró a los ojos y luego desvió la mirada. Ella le apoyó una mano en el hombro y se sacó un guijarro de un zapato.
Un taxi se detuvo. Entraron, Julie dio su dirección y, milagro de milagros, el conductor, puso en marcha el contador y arrancó. Sin titubeos, sin pedir cigarrillos o dólares, ningún ruidito de números blancos que marcan 27,60 antes de que uno se haya siquiera sentado.
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