* * *
– Tengo al viejo -dijo Wickman en cuanto Grozak contestó-. ¿Qué quieres que haga con él?
Una oleada de satisfacción recorrió a Grozak. Bueno, eso sí que era eficacia. Había estado acertado al llamar a Wickman. Había empezado a trabajar hacía unos cuantos días, y ya había hecho aquello para lo que se le había pagado.
Bueno, no todo para lo que se le había pagado.
– ¿Ha escrito la nota?
– La tengo.
– Es hora de acabar el trabajo.
– ¿Cómo?
Grozak pensó en ello. En orden a obtener el máximo efecto, el método tenía que despertar inquietud, miedo y terror.
– ¿Cómo? -repitió Wickman.
– Estoy pensando.
Y entonces, se le ocurrió.
– Tengo una pista sobre Grozak -dijo Joe cuando llamó a Eve aquella noche-. Ese tipo no trae más que problemas.
– Eso lo sabíamos desde que Trevor se lo dijo a Jane. ¿Algún detalle?
– No tengo detalles. El FBI ha echado el candado a sus archivos informáticos.
– ¿Por qué habrían de hacer tal cosa?
– Quizá por la misma razón por la que Interpol no me permitió acceder a los antecedentes de Trevor. -Hizo una pausa-. Y la CIA me sacó de Internet tan rápido, que casi me mareo. Cinco minutos después me llamó mi capitán para preguntarme qué carajo me traía entre manos para intentar acceder a material reservado. Esos sitios están siendo controlados con mucho celo.
Eve sintió una oleada de temor.
– En resumidas cuentas, ¿averiguaste algo?
– Pude acceder a los antecedentes que tiene la policía local sobre Grozak. Nació en Miami, Florida, y ya tenía antecedentes a los trece años. Perteneció a una banda juvenil especialmente sanguinaria. Sus miembros estuvieron involucrados en una serie de delitos por motivos racistas que iban desde la violación y tortura de una joven negra a la asociación con un grupo nazi que le dio una terrible paliza a un comerciante judío. Lo enviaron a un reformatorio por matar a un poli hispano a los catorce años. Salió en libertad condicional a los dieciocho y desapareció de la pantalla del radar después de salir de la cárcel. Eso ocurrió hace unos veinte años.
– Por lo que se ve, si la CIA anda por medio, es que amplió sus horizontes y se pasó a la escena internacional. -Eve tuvo un escalofrío-. Delitos motivados por el odio racial. Tienes razón; ese tipo no trae más que problemas.
– Parece que tenía alguna cuenta que ajustar con el mundo. Y su perfil psicológico sugiere que sólo puede haber empeorado.
– ¿Entonces por qué lo dejaron salir de la cárcel?
– El sistema. Se trata de conseguir darles a todos los niños asesinos una oportunidad de volver a matar. El modo de vida americano. -Y según Trevor, él mató a Mike. ¡Joder!, no es justo. -Respiró agitadamente-. ¿Vamos a telefonear a Jane ahora mismo?
– No hasta que sepamos algo más. No la va a ayudar en nada saber lo que Grozak hizo cuando era un niño. Necesitamos actualizar la información. Y puede que sea ella la que nos ponga al día. Estoy seguro de que no está sentada de brazos cruzados, reconcomiéndose, en esa tal Pista de MacDuff.
– Venable llamó al teléfono fijo. -Bartlett estaba saliendo de la biblioteca cuando Jean y Trevor entraban por la puerta principal-. Dijo que no podía localizarte en el móvil. Y yo tampoco pude.
– Lo desconecté. Supuse que podía concederme una hora de paz -dijo Trevor-. ¿Algo importante?
– No me lo habría dicho. Pero diría que podemos presumir que considera importante todo lo que hace. -Se volvió hacia Jane-. No has cenado nada. ¿Te apetecería que te hiciera un bocadillo?
– No, no tengo hambre. -Empezó a subir las escaleras-. Me voy a acostar. ¿Al menos a uno de los dos le importaría decirme quién es Venable?
– Un hombre que comparte nuestros temores sobre Grozak -respondió Trevor-. Por desgracia, no está seguro de qué hacer al respecto.
– ¿Y tú si lo estás?
– Ni muchísimo menos. -Trevor se dirigió hacia el pasillo-. Pero es un problema que los Venable del mundo se metan en medio.
– Pues según parece le permites que tenga acceso a ti. -Jane se detuvo en el tercer escalón-. No voy a seguir quedándome fuera más tiempo, Trevor. Estoy cansada de esto. Has utilizado a Cira para desviar mi atención e impedir que me centre en Grozak, y te lo he permitido porque ella significaba mucho para mí. Te dije que unos pocos días. Y se acabó.
– Cira no era exactamente una pista falsa. -Estudió la expresión de Jane-. Pero tienes razón, esto ha durado demasiado. Tienes que empezar a confiar en mí. Me esforzaré en conseguirlo. -Sonrió-. Mañana. -Y desapareció en la biblioteca.
Tanto daba que no hubiera recogido el reto que ella le había lanzado, pensó Jane cansinamente. Tenía las emociones a flor de piel, y estaba confundida y, sí, frustrada. La noche había sido demasiado intensa, y la había sumido en un vertiginoso torbellino de tensión sexual. A duras penas había conseguido mantener la compostura en el viaje de vuelta de la Pista. Había sido consciente de todos y cada unos de los movimientos del cuerpo de Trevor mientras caminaba a su lado. Era una idiotez reaccionar de aquella manera. ¡Por Dios!, ya no era la niña inexperta que había sido cuando lo conoció.
– Puedes confiar en él, ¿sabes? -dijo Bartlett con seriedad-. Es un poco imprevisible, pero Trevor nunca me ha defraudado en los momentos importantes.
– ¿En serio? Aunque vuestra relación es notablemente diferente, ¿no es así? Buenas noches, Bartlett.
– Buenas noches-. Bartlett empezó a avanzar por el pasillo en dirección a la biblioteca-. Hasta mañana.
Sí, mañana. Lo primero que haría sería ir al estudio de Mario, y se quedaría allí unas cuantas horas, preparándose para enfrentarse a Trevor. Las horas pasadas con Mario habían sido tranquilas, y ella necesitaba aquella paz. Esa noche dormiría y borraría de su mente a Trevor, intentaría no pensar en lo mucho que había deseado tocarlo. ¡Joder!, ¿tocarlo? Habría querido arrastrarlo hasta la cama y haberse puesto tan cachonda como una maldita ninfómana. No se le ocurría un error mayor. Tenía que mantener la mente despejada, y no sabía si podría si se liaba sexualmente con Trevor. Nunca había sentido aquella clase de intensa reacción ante ningún hombre. Y los lazos entre ellos eran tan fuertes ya como lo habían sido cuatro años antes. No podía permitirse ese lujo, si quería conseguir algo más de fuerza.
Entonces tenía que olvidarse de cómo se había sentido sentada junto a él en aquella gran roca de la Pista. Tenía que concentrarse en Venable.
Trevor acababa de colgar cuando Bartlett entró en la biblioteca. Bartlett levantó las cejas.
– Ha sido rápido. ¿Debo entender que Venable estaba dramatizando?
– Puede. -Trevor arrugó la frente pensativamente-. Pero prefiero que haga un drama a que se siente sobre su culo y esté en Babia como Sabot.
– ¿Cuál era el problema?
– Quinn ha estado intentando acceder a los antecedentes de la CIA sobre Grozak. Eso hizo que Venable se pusiera nervioso. -Se encogió de hombros-. Tarde o temprano sucederá. Quinn es un agente del FBI y tiene sus contactos. Encontrará la manera de llegar a la información que quiere. Cuando ocurra, me ocuparé de él.
– ¿Y eso era todo lo que quería Venable?
Trevor negó con la cabeza.
– Me dijo que tenía un informador en Suiza, el cual le dijo que estaba pasando algo importante en Lucerna.
– ¿Cómo? ¿Grozak?
– Es algo impreciso. Pero existe la posibilidad.
Bartlett ladeó la cabeza.
– Esto te está preocupando.
– Grozak siempre me preocupa, si no estoy seguro de en donde va a dar el siguiente paso.
Читать дальше