P. James - Muerte En El Seminario

Здесь есть возможность читать онлайн «P. James - Muerte En El Seminario» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muerte En El Seminario: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muerte En El Seminario»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En La hora de la verdad, el diario que P. D. James comenzara a escribir en su 77 cumpleaños, leíamos cómo la publicación de su primera novela, Cubridle la cara, allá por 1962, había supuesto uno de los momentos más intensos de su vida.
Desde entonces han transcurrido cuarenta años, traducidos en quince novelas, con títulos inolvidables como Muerte de un forense, La calavera bajo la piel o No apto para mujeres. A lo largo de este tiempo P. D. James se “ha ganado” dos títulos, el de baronesa, que le concediera la reina de Inglaterra y el de la gran dama del crimen, otorgado por los lectores. Nombres como los de Minnete Walters o Ruth Rendell han irrumpido con fuerza en el género policíaco, pero ninguna de ellas ha logrado su popularidad y calidad.
En Muerte en el seminario encontramos a una P. D. James ya octogenaria que no ha perdido un ápice de su capacidad narradora, de la exquisitez de su estilo, la imaginación o la solidez de sus personajes. El lector vuelve a encontrarse con un viejo conocido, el detective de Scotland Yard Adam Dalgliesh, que logrará resolver uno de los casos más complicados de su ya dilatada carrera.
Uno de los internos del seminario anglicano de Saint Anselm, Ronald Treeves, ha aparecido muerto bajo un montón de arena. Accidente o suicidio, el acontecimiento se habría olvidado si Sir Alred Treeves, el padrastro de Ronald, no hubiera sido un influyente industrial que desea llegar al final del asunto. Adam Dalgliesh acepta el caso en la ilusión de comenzar unas vacaciones. Pero todo se complica con el asesinato del archidiácono Matthew Crampton. ésta es la trama inicial a partir de la cual se desarrolla la compleja resolución de las muertes y los motivos.
Como la propia autora, el Dalgliesh que conocemos ahora resulta mucho más completo. Recordamos al Dalgliesh de, por ejemplo, Mortaja para un ruiseñor (1971), cerebral, imaginativo y resolutivo. Las características definitorias del actual serían la reflexión, la humanidad e incluso sus propias incertidumbres, pues en ninguna otra obra le ha interesado tanto a P. D. James el componente psicológico de sus personajes en general y de Dalgliesh en particular. Sin perder en ningún momento el hilo conductor de la acción, la resolución de las muertes, la autora nos introduce en el mundo interior de los personajes. Aunque tal vez esa especie de declaración final sobre las bondades del hombre virtuoso, en el breve libro cuarto, Un final y un principio, resulte un tanto sentimental.
En cuanto a la resolución del caso, resulta singularmente compleja porque bajo la aparente “normalidad”, casi todos los personajes tienen motivos más que sobrados para cometer tan deleznable acción. Además, las coincidencias a las que se ha hecho referencia, aunque puedan resultar sospechosas desde el punto de vista narrativo, potencian la dificultad inherente a este nuevo caso que resolverá Dalgleish acompañado de Kate Miskin, a quien no habíamos visto en las últimas entregas. Además del personaje de Dalgleish esta última novela se parece a las anteriores en que resulta dificultoso abandonar su lectura.

Muerte En El Seminario — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muerte En El Seminario», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Reclinado sobre la valla de la pocilga, meditó sobre los últimos cuatro años, sobre sí mismo y sobre Karen. En un principio la relación no auguraba nada bueno. Se habían conocido cuando él tenía veintiséis años y ella, tres menos. Eric y su madre habían ignorado su existencia hasta que la niña cumplió los diez años. El padre de ambos, representante de un importante grupo editorial, había mantenido con éxito dos hogares hasta que las presiones físicas y económicas, junto con las complicaciones de esa doble vida, se le habían antojado insoportables y se había marchado con su amante. Ni Eric ni su madre habían lamentado demasiado su partida; a ella le gustaba sentirse víctima, y su marido le había proporcionado un motivo para vivir en un estado de feliz indignación y librando encarnizadas batallas durante los últimos diez años de su vida. Luchó en vano por la propiedad de la casa de Londres, insistió en hacerse con la custodia del niño (aunque en este punto no hubo desacuerdo) y mantuvo una larga y enconada disputa por la distribución de los bienes. Eric no había vuelto a ver a su padre.

La casa de cuatro plantas formaba parte de una serie de edificios adosados Victorianos situados en las proximidades de la estación de metro Oval. Tras la muerte de su madre, condenada a una larga agonía por la enfermedad de Alzheimer, Eric había continuado en la casa, ya que el abogado le había informado de que podía permanecer allí sin pagar alquiler hasta que su padre muriese. Cuatro años atrás había fallecido en la calle de un ataque al corazón, y entonces Eric había descubierto que les había legado la casa por partes iguales a él y a su hermana.

Había visto a la chica por primera vez en el funeral de su padre. El acontecimiento -que no merecía dignificarse con un nombre más ceremonioso- había tenido lugar en un crematorio del norte de Londres sin el privilegio de un sacerdote; de hecho, sin el privilegio de otros deudos aparte del propio Eric, Karen y dos representantes de la editorial. La inhumación había durado unos minutos.

Al salir del crematorio, Karen había dicho sin preámbulos: «Ha sido tal como lo deseaba papá. Nunca fue un hombre religioso. No quería flores ni un funeral con mucha gente. Hemos de hablar sobre la casa, pero no ahora. Tengo una reunión urgente en la oficina. No me ha sido fácil escaparme.»

Ella no se ofreció a llevarlo, y Eric regresó solo a la casa. Sin embargo, al día siguiente Karen fue a verlo. Él recordaba claramente el momento en que había abierto la puerta. Iba vestida igual que en el funeral: con estrechos pantalones de piel negros, un holgado jersey rojo y botas de tacón alto. Su cabello estaba tieso, como si lo hubiese untado con gomina, y llevaba un lustroso pendiente en la aleta izquierda de la nariz. Presentaba una apariencia convencionalmente estrafalaria, y Eric descubrió con asombro que le gustaba. Se dirigieron en silencio a la sala delantera, que rara vez se usaba, y ella miró con expresión desdeñosa los vestigios de la vida de la madre de Eric: los aparatosos muebles que nunca se había molestado en cambiar, las polvorientas cortinas colgadas con el estampado hacia la calle y la repisa de la chimenea, abarrotada de chabacanos recuerdos de sus vacaciones en España.

– Debemos tomar una decisión con respecto a la casa -aseveró ella-. Podemos venderla y repartirnos el dinero a partes iguales, o alquilarla. Supongo que también podríamos invertir en reformas y convertirla en tres estudios. No saldría barato, pero papá me nombró beneficiaría de un seguro de vida, y no me importaría invertir ese dinero siempre que cobre una proporción más alta de los alquileres. ¿Qué quieres hacer tú? ¿Tenías intención de quedarte aquí?

– La verdad es que no quiero seguir en Londres. Si vendemos la casa, dispondré del dinero suficiente para comprarme una casita en el interior. Tal vez me dedique a cultivar y vender hortalizas.

– Sería una tontería. Necesitarás más capital del que podrías sacar de aquí, y esa clase de negocio no es rentable a menos que se monte a gran escala. De todos modos, si lo que quieres es marcharte, supongo que tendrás prisa por vender.

«Sabe lo que quiere y lo conseguirá -pensó Eric-, con independencia de lo que diga yo.» Pero no le preocupaba demasiado. La siguió de una habitación a otra en una especie de trance.

– No me importa conservarla, si es lo que deseas.

– No se trata de lo que desee yo; es lo más sensato para ambos. El mercado inmobiliario pasa por un buen momento y es muy probable que mejore. Naturalmente, si dividimos la casa en apartamentos, perderá valor como residencia unifamiliar. Por otro lado, nos proporcionará ingresos regulares.

Y así se hizo. Eric sabía que al principio Karen lo despreciaba, pero cuando empezaron a trabajar juntos, su actitud cambió de manera perceptible. Descubrió con sorpresa y alegría que él era hábil con las manos y que el hecho de que fuese capaz de pintar, colocar estanterías e instalar armarios les ahorraría mucho dinero. Eric jamás se había molestado en reformar una casa que fuese suya sólo de nombre. No obstante, ahora encontró en sí mismo unas aptitudes inesperadas y satisfactorias. Aunque contrataron a un fontanero, un electricista y un albañil para las obras más importantes, Eric se encargó de gran parte del trabajo. Se convirtieron en socios involuntarios. Los sábados salían a comprar muebles de segunda mano, ropa de cama y cubertería de oferta, y se mostraban mutuamente sus trofeos con entusiasmo infantil. Él le enseñó a utilizar un soplete, insistió en preparar a conciencia la madera antes de pintar -a pesar de las protestas de Karen- y la sorprendió con la escrupulosidad con que midió y montó los armarios de la cocina. Mientras trabajaban, ella hablaba de su vida; del periodismo autónomo, en el que empezaba a hacerse un nombre; de su satisfacción al ver su nombre en un artículo y de los cotilleos y pequeños escándalos del mundillo literario, en el que trabajaba de manera marginal. Era un universo que a Eric se le antojaba aterradoramente extraño. Se alegraba de no formar parte de él. Él soñaba con una casita de campo, un huerto y quizá su pasión secreta: criar cerdos.

Y recordaba -cómo no- el día en que se habían convertido en amantes. Él acababa de instalar una persiana en una de las ventanas que daba al sur, y estaban pintando las paredes juntos. Karen era muy sucia para trabajar y en mitad de la tarea anunció que quería ducharse porque estaba acalorada, sudorosa y manchada. Sería una oportunidad para probar el nuevo baño. De manera que Eric también dejó de trabajar y se sentó con las piernas cruzadas, apoyado contra la única pared sin pintar, observando las franjas que proyectaba la luz que se colaba por la persiana entornada sobre el suelo manchado de pintura; recreándose en su sensación de bienestar.

Entonces entró ella. Excepto por una toalla que se había atado a la cintura, estaba desnuda y llevaba una alfombra de baño sobre el brazo. La desplegó en el suelo, se acuclilló encima y le tendió los brazos a Eric. Sumido en una especie de éxtasis, él se arrodilló al lado de ella.

– No podemos -murmuró-. Somos hermanos.

– Sólo hermanastros. Mejor. Todo quedará en familia.

– La persiana. Hay demasiada luz -musitó él.

Ella se levantó, cerró la persiana y la habitación quedó en penumbra. Karen regresó junto a él y le apretó la cabeza contra sus pechos.

Había sido la primera experiencia sexual de Eric, y le había cambiado la vida. Sabía que Karen no lo quería, y él aún no estaba enamorado de ella. Durante ése y otros sorprendentes encuentros amorosos, Eric cerraba los ojos y se entregaba a todas sus fantasías secretas: románticas, tiernas, violentas, vergonzosas. Las imágenes se arremolinaban en su mente y tomaban cuerpo. Hasta que un día, por primera vez, mientras hacían el amor cómodamente en la cama, él abrió los ojos, miró a Karen y comprendió que estaba enamorado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muerte En El Seminario»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muerte En El Seminario» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Muerte En El Seminario»

Обсуждение, отзывы о книге «Muerte En El Seminario» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x