Philip Kerr - El infierno digital

Здесь есть возможность читать онлайн «Philip Kerr - El infierno digital» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El infierno digital: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El infierno digital»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la ciudad de Los Angeles se inaugura un modernísimo rascacielos in-formatizado regido por un superordenador al que han puesto el nombre de Abraham. De pronto, en el edificio se empiezan a producir extrañas muertes -primero un técnico informático, después un guarda de seguridad…- que la policía no sabe si catalogar como accidentes o asesinatos. Los dos principales sospechosos son el estudiante que encabeza las manifestaciones contra el propietario de la constructora, un multimillonario de origen chino simpatizante del Gobierno comunista de Pekín, y uno de los técnicos del equipo del arquitecto responsable del proyecto, que se ha peleado con él. Otra posible explicación es que el edificio, según las teorías de una empresa en embrujos tradicionales chinos, está maldito. Pero acaso el verdadero culpable no sea humano ni tenga nada que ver con antiguas brujerías… Philip Kerr ha escrito un apasionante tecno-thriller protagonizado por un superordenador capaz de poner en jaque a policías, arquitectos y técnicos informáticos. Como el Hal de 2001: Una odisea en el espacio, Abraham no está dispuesto a limitarse a cumplir órdenes…

El infierno digital — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El infierno digital», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Curtis esperó un momento a que se disipara el horrorizado murmullo.

– No sabemos exactamente lo que ha pasado, pero creo que debemos admitir la posibilidad de que, de la forma que sea, el ordenador y Allen Grabel sean los culpables.

Ahora tuvo que alzar la voz, porque el horror daba paso a la alarma.

– Escuchen, no voy a contarles camelos ni a ocultarles nada. Todos ustedes son mayores de edad. Creo que nuestra mejor oportunidad de salir cuanto antes de aquí consiste en conocer todos los aspectos de la situación en que nos encontramos. Y son los siguientes: es posible, e incluso probable, que Grabel haya asesinado a Sam Gleig. De lo que estoy seguro es de que no hemos logrado establecer contacto con el señor Kenny en la sala de informática y de que los ascensores se han convertido en un frigorífico. Resumiendo, puede que haya otras cuatro personas muertas en el edificio. Espero no estar en lo cierto, ¿comprenden? Pero me parece prudente suponer que Allen Grabel ha alterado la integridad del ordenador lo bastante para que el edificio nos resulte sumamente peligroso a todos los demás.

– He comprobado los cables de fibra óptica en el cuarto del equipo local -intervino Willis Ellery-. Y por lo que he visto, no les pasa nada.

Bob Beech meneaba la cabeza.

– No veo cómo podría haberlo hecho Grabel -objetó-. Si queréis que os diga la verdad, Aidan Kenny me parece un sospechoso más verosímil. El sistema de gestión del edificio es suyo. Se ha mostrado muy estricto con los códigos de acceso y esas cosas. No me imagino a Grabel en todo esto.

Era Mitch quien ahora sacudía la cabeza.

– Eso no tiene sentido. Aidan estaba orgulloso de este edificio. No puedo creer que lo haya saboteado.

– En cualquier caso, vamos a necesitar su ayuda, señor Beech -terció Curtis-. ¿Puede hacer algo desde el ordenador de aquí? ¿Sacar del ascensor a esa gente, quizá?

Beech hizo una mueca.

– Aquí sólo hay un teclado, así que será difícil. Las teclas no se me dan muy bien, con Abraham estoy acostumbrado a una interfaz vocal. Y se trata de un terminal con pocas funciones, ¿sabe? Sólo podré hacer lo que me permita el ordenador principal. -Se sentó frente a la pantalla-. Pero puedo probar, de todos modos.

– Muy bien -dijo Curtis-. Los demás, escuchen. No tardarán en darse cuenta de que no estamos donde deberíamos estar. Por ejemplo: los señores Richardson tenían que estar en un avión con destino a Europa. Y sus familias empezarán a preguntarse dónde se han metido ustedes. Por lo menos la mía, seguro. Es probable que no sigamos mucho tiempo encerrados aquí, pero debemos adoptar ciertas precauciones por si la situación se prolonga más de la cuenta. Así que cada uno de nosotros debe asumir algunas responsabilidades elementales. ¿Mitch?

– Muy bien. Marty, tú te encargarás de la comida y el agua. La cocina está ahí al lado. Averigua lo que tenemos.

– Si crees que es necesario.

– ¿Tony? Aparte de Kay, eres la persona que mejor conoce los planos del edificio.

– Aquí los tengo, Mitch -dijo él-. En el portátil.

– Estupendo. Estúdialos. Mira a ver si encuentras algún modo de salir. ¿Helen? Me parece que sabes dónde ha trabajado todo el mundo.

Helen Hussey asintió, metiéndose nerviosamente entre los labios un mechón de su pelirroja melena.

– Podrías dedicarte a buscar herramientas por esta planta.

– Empezaré por la habitación de al lado. En la cocina.

– ¿Inspector Coleman? -Mitch le tendió el walkie-talkie-. Usted podría mantenerse en contacto con los del atrio. Comuníquenos si necesitan algo.

– De acuerdo.

– El inspector jefe Curtis se encargará de la coordinación entre los distintos responsables. Cuando tengan alguna información, comuníquensela. ¿David? ¿Willis? Nosotros nos reuniremos para ver si se nos ocurre un medio de sacar a esa gente del ascensor.

– Una cosa más -añadió Curtis-. Por lo que me han dicho, Kay Killen era una excelente nadadora. Sin embargo, algo hizo que se ahogara. Algún imprevisto, quizá. Así que, hagan lo que hagan, vayan donde vayan, tengan cuidado, por favor.

– ¿Qué quieres que haga yo, Mitch? -preguntó Jenny.

Mitch le apretó la mano y trató de sonreír. Fue suficiente para que el labio le empezara a sangrar de nuevo.

– Que no me digas que me avisaste.

Ray Richardson se desabrochó la camisa hecha a mano y, agitándola, trató de enviar un poco de aire entre el empapado tejido y el pecho cubierto de sudor. Al otro lado de las puertas y ventanas empañadas de la Parrilla estaba oscuro. De no haber sido por las brillantes luces, el olor a mierda y la incesante música de piano, habría intentado dormir.

– ¿Cuántos grados habrá? -le preguntó Joan, que se removió incómoda en uno de los enormes sofás de cuero.

Richardson se encogió de hombros.

– No es que la temperatura sea excesivamente alta. Sin aire acondicionado, el árbol da mucha humedad.

Dukes se puso en pie y empezó a quitarse la camisa.

– ¿Sabe una cosa? Voy a darme un baño.

– ¿Y cómo va a entrar en la piscina? -gruñó Richardson-. Acaba usted de bloquear las puertas.

Entonces comprendió que el vigilante se refería al estanque que rodeaba el árbol.

– No es mala idea -admitió, empezando a desnudarse.

En calzoncillos, los dos hombres se metieron en el agua. Los peces de vivos colores, del tamaño de salmones, huyeron en todas direcciones. Indecisa, Joan se quedó mirando al agua.

– Ven -la instó su marido-. Es como bañarse en el Amazonas.

– No sé -repuso ella-. ¿Y esos peces?

– Son carpas -explicó su marido-, no pirañas.

Joan se inclinó y se echó agua en la cara y en el pecho.

– No me digas que te has vuelto pudorosa -ironizó su marido-. Sobre todo después de esa foto en LA Living. No te quites la blusa si te da vergüenza.

Joan se encogió de hombros y empezó a bajarse la cremallera de la falda, que le llegaba a la pantorrilla. La dejó caer al suelo, se ató los extremos de la blusa y se metió en el agua.

Richardson se hundió y luego emergió de nuevo como un hipopótamo. Flotó un momento de espaldas y observó el atrio. Aquélla le pareció la mejor posición para apreciar la geometría interna del edificio: cómo iba cambiando de forma, pasando de ovalada a rectangular, a medida que se elevaba la torre, mientras el espacio abierto del atrio, ahusándose en las curvas nervaduras de las galerías, se equilibraba en el centro con la espina dorsal del árbol. Era, pensó, como estar en el vientre de una gigantesca ballena blanca.

– ¡Imponente! -murmuró-. ¡Sencillamente imponente!

– ¡Sí, maravilloso! -dijo Joan con entusiasmo, creyendo que se refería al baño.

– Es como una boca de incendios en el verano -convino Dukes.

– Me alegro de que me convencieras -dijo ella-. ¿Crees que el agua se podrá beber? A lo mejor está tratada con Agua Asfixiante, como la fuente de la entrada, ¿no?

– Espero que no -contestó Richardson-. Con estos peces, no. Han costado quince mil dólares cada uno. Deben tener el agua especialmente depurada y sin restos de cloro.

– Pero ¿y si los peces, ya sabes…, han ido al servicio dentro del agua?

Richardson soltó una carcajada.

– No creo que una cagadita de pez pueda perjudicarte, cariño. Además, me parece que no tenemos más remedio.

Para demostrarlo, ingirió un buen trago de agua tibia y salobre.

No había tanta profundidad como Joan había pensado, pero al sentarse en el escurridizo fondo tuvo la impresión de que bajaba el nivel del estanque.

– Eh -dijo Dukes-, ¿ha quitado alguien el tapón?

Se puso en pie. Al meterse, el agua le llegaba a la cintura. Ahora apenas le sobrepasaba las rodillas. Buscó desesperadamente algún recipiente y, al no ver nada que pudiera servir, empezó a beber agua, cuyo nivel ya descendía rápidamente, cogiéndola con las manos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El infierno digital»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El infierno digital» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Philip Kerr - Esau
Philip Kerr
Philip Kerr - Prussian Blue
Philip Kerr
Philip Kerr - January Window
Philip Kerr
Philip Kerr - False Nine
Philip Kerr
Philip Kerr - Hitler's peace
Philip Kerr
libcat.ru: книга без обложки
Philip Kerr
Philip Kerr - Plan Quinquenal
Philip Kerr
Philip Kerr - Gris de campaña
Philip Kerr
Philip Kerr - Berlin Noir
Philip Kerr
Отзывы о книге «El infierno digital»

Обсуждение, отзывы о книге «El infierno digital» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x