Donna Leon - Mientras dormían

Здесь есть возможность читать онлайн «Donna Leon - Mientras dormían» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mientras dormían: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mientras dormían»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La existencia del comisario Guido Brunetti se ve alterada por la irrupción en su vida de ciertos elementos religiosos inquietantes. Durante un almuerzo familiar descubre que las clases de religión que recibe su hija, la adolescente Chiara, son impartidas por un sacerdote que da signos de un comportamiento poco menos que inadecuado. Al mismo tiempo, una monja que Brunetti conoce (Vestido para la muerte) llega a la questura de Venecia para exponer sus sospechas sobre las circunstancias de la muerte de unos ancianos en una residencia. En una aventura, la sexta que protagoniza el comisario, impregnada del pesimismo que envuelve a Venecia, Brunetti se enfrenta a poderes que se creen por encima de la ley de los hombres, por el hecho de asentarse sobre un entramado de intereses económicos e ideológicos. La acerada mirada de Donna Leon denuncia en esta ocasión las perversas prácticas sexuales que llevan a cabo algunos miembros de la Iglesia Católica, así como la corrupción que afecta a las esferas más influyentes de la institución ante el Papa.
«Y ése es precisamente el espíritu de este comisario (…) una encomiable capacidad de raciocinio junto al salvajismo de las decisiones tomadas sin calibrar convenientemente las consecuencias. Una combinación explosiva.» José Antonio Gurpegui, El Cultural.
«Esta dama del crimen (…) hace una intriga exquisita, que apasiona e inicia a lectores profanos… Seguiré las próximas entregas de Guido Brunetti. Espero acompañarlo hasta su ancianidad.» Lilian Neuman, La Vanguardia.

Mientras dormían — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mientras dormían», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Dottore -dijo en tono perentorio-, venga, lo necesitamos. Pronto. El hombre dio media vuelta y siguió a la mujer por el pasillo, sin molestarse en decir más a Brunetti y sin haberse dado por enterado de la presencia de Vianello.

Brunetti y el sargento se volvieron por donde habían venido. Cuando subieron a la lancha, Brunetti dijo al piloto, sin más explicaciones:

– Al Ospedale Civile, Bonsuan.

La lancha surcaba la laguna, ondulada por una brisa fresca. Brunetti se quedó abajo y, a través del cristal de las puertas, veía cómo Vianello contaba a Bonsuan lo ocurrido y cómo los dos hombres movían la cabeza de derecha a izquierda con indignación, la única reacción posible a cualquier contacto con el sistema de la sanidad pública.

Un cuarto de hora después, la lancha se detenía junto al Ospedale Civile, y Brunetti volvió a decir a Bonsuan que los esperara. Tanto el comisario como el sargento Vianello sabían, por larga experiencia profesional, dónde estaba Cuidados Intensivos, y hacia allí se dirigieron rápidamente por un laberinto de corredores.

Brunetti vio a un médico conocido en la puerta de la zona de Cuidados Intensivos y fue hacia él.

Buon giorno, Giovanni -dijo cuando el médico sonrió al reconocerlo-. Busco a una mujer que trajeron ayer del Lido.

– ¿La de la herida en la cabeza? -preguntó el joven.

– Sí. ¿Cómo está?

– Parece ser que dio con la cabeza contra la bicicleta y luego contra el suelo. Tiene un corte encima de la oreja. Pero no hemos podido hacerla reaccionar, no se ha despertado.

– ¿No se sabe…? -empezó Brunetti, pero se interrumpió porque ignoraba cómo formular la pregunta.

– No sabemos nada, Guido. Puede despertarse hoy, puede seguir así indefinidamente, o puede morirse. -El médico hundió las manos en los bolsillos de la bata.

– ¿Qué hacen en estos casos? -preguntó Brunetti.

– ¿Los médicos?

Brunetti asintió.

– Pruebas y más pruebas. Y luego rezar.

– ¿Puedo verla?

– No hay mucho que ver, sólo vendajes -dijo el médico.

– Aun así, deseo verla.

– Está bien. Pero usted solo -dijo el médico mirando a Vianello.

Vianello asintió y se sentó en una silla arrimada a la pared. Sacó del bolsillo la segunda parte de un diario de dos días antes y se puso a leer.

El médico llevó a Brunetti por un pasillo y se paró delante de la tercera puerta de la derecha.

– Estamos a tope, y hemos tenido que ponerla aquí. -Dicho esto, abrió la puerta y entró delante de Brunetti.

Todo resultaba familiar: el olor a flores y orina, las botellas de plástico de agua mineral alineadas junto a las ventanas, para que se mantuvieran frescas, la sensación de sufrimiento expectante. En la habitación había cuatro camas, una de ellas, vacía. Brunetti vio que Maria estaba en la cama situada junto a la pared del fondo. Se acercó primero a los pies y luego a la cabecera de la cama, y no se dio cuenta de cuándo el médico salía cerrando la puerta.

Las espesas pestañas casi se confundían con las amoratadas ojeras; un mechón de pelo escapaba del vendaje que le cubría la cabeza. Tenía un lado de la nariz embadurnado del mercurocromo que cubría un arañazo que le bajaba hasta la barbilla. Encima del pómulo izquierdo empezaba una hilera de oscuros puntos de sutura que desaparecía bajo el vendaje.

Su cuerpo, extrañamente deformado por el grueso vendaje del hombro, no abultaba más que el de una niña, bajo la manta azul claro. Brunetti le miró los labios y, al no detectar movimiento, el pecho. Le costó, pero al fin vio cómo la manta se movía al compás de una respiración silenciosa, y se tranquilizó.

A su espalda, una de las mujeres gimió y la otra, quizá inquieta por el sonido, llamó a «Roberto».

Al cabo de un rato, Brunetti salió al vestíbulo, donde Vianello seguía leyendo el diario. Hizo una seña con la cabeza al sargento y los dos hombres fueron en busca de la lancha que los llevó de vuelta a la questura.

9

Brunetti y Vianello decidieron tácitamente saltarse el almuerzo. En cuanto llegaron a la questura, Brunetti envió al sargento a modificar los turnos del servicio, a fin de poner inmediatamente a un agente de guardia en la puerta de la habitación de Maria Testa.

Brunetti llamó a la policía del Lido, se identificó, expuso la razón de su llamada y preguntó si se había descubierto algo acerca del accidente de circulación ocurrido la víspera y provocado por el conductor que se había dado a la fuga. Los del Lido le contestaron que no tenían nada: ni testigos, ni llamadas dando parte de alguna abolladura sospechosa en un coche del vecindario, nada, pese a que en el diario de la mañana se daba, con la noticia, el número de teléfono al que podían llamar quienes tuvieran información sobre el accidente. Brunetti les dejó su número y, lo más importante, su rango, pidiendo que lo mantuvieran informado si averiguaban algo sobre el conductor o el coche.

Brunetti abrió el cajón y revolvió en él hasta encontrar la carpeta abandonada. Buscó la copia del primer testamento, el de Fausta Galasso, la mujer que lo había dejado casi todo a un sobrino que vivía en Turín, y leyó cuidadosamente los bienes enumerados: tres apartamentos en Venecia, dos granjas cerca de Pordenone y depósitos en tres bancos de la ciudad. Leyó las direcciones de los apartamentos, pero no le decían nada.

Descolgó el teléfono y marcó un número de memoria.

Fincas Bucintoro contestó una voz femenina a la segunda señal.

Ciao, Stefania -dijo él-. Aquí Guido.

– Te conozco la voz -dijo la mujer-. ¿Cómo estás? Pero, ante todo, contéstame a esto: ¿quieres comprar un precioso apartamento en Canareggio, ciento cincuenta metros, dos baños, tres dormitorios, cocina, comedor y salón con vistas a la laguna?

– ¿Qué tiene de malo? -preguntó Brunetti.

– ¿Guido? -hizo ella, entre asombrada y ofendida, alargando la primera sílaba.

– ¿Está ocupado y los inquilinos no se van ni a tiros? ¿Necesita tejado nuevo? ¿Madera podrida? -preguntó.

Un silencio y, después, una breve carcajada cómplice.

Acqua alta -dijo Stefania-. Si el agua sube más de metro y medio, puedes encontrarte peces en la cama.

– Ya no hay peces en la laguna, Stefania. Todos han sido envenenados.

– Pues algas. Pero el apartamento es precioso, créeme. Una pareja de norteamericanos lo compraron hace tres años, gastaron una fortuna en restaurarlo, cientos de millones, pero nadie les habló del agua. Y este invierno el acqua alta les estropeó el parquet, la pintura y muebles y alfombras por valor de cincuenta millones. Finalmente, llamaron a un arquitecto y lo primero que les dijo es que no hay nada que hacer. Por eso quieren venderlo.

– ¿Cuánto?

– Trescientos millones.

– ¿Ciento cincuenta metros? -preguntó Brunetti.

– Sí.

– Una ganga.

– Lo sé. ¿Conoces a alguien a quien pudiera interesar?

– Stefania, para ciento cincuenta metros cuadrados es barato. Pero la verdad es que no vale nada. -Ella no lo negó ni dijo nada-. ¿Algún interesado? -preguntó él finalmente.

– Sí.

– ¿Quién?

– Unos alemanes.

– Bien. Ojalá lo vendas. -El padre de Stefania había sido prisionero de guerra en Alemania durante tres años.

– Si no es un apartamento, ¿qué es lo que quieres? ¿Información?

– ¡Stefania! -cantó él, imitando la entonación del «Guido» de ella-. ¿Crees que te llamaría para algo que no fuera oír tu dulce voz?

– Guido, eres el sueño de una muchacha hecho realidad. En resumidas cuentas, ¿qué quieres saber?

– Tengo las direcciones de tres apartamentos y el nombre del último propietario. Me gustaría saber si están en venta y, si es así, cuánto piden. O si se han vendido durante este año último. Y por cuánto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mientras dormían»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mientras dormían» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mientras dormían»

Обсуждение, отзывы о книге «Mientras dormían» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x